La educación emocional de los padres influye en el fomento de un tipo de apego seguro, necesario para forjar personalidades más estables. ¿Cuáles son las características que los padres deben reunir para establecer una relación afectiva sana y segura con su hijo, que contribuya a un futuro adulto con buena autoestima y equilibrio emocional?

En otros artículos hemos definido los diferentes tipos de apego. En este vamos a intentar responder a la pregunta formulada y a dar unas claves para la construcción de contextos familiares de apego seguro.

 

Según la investigación científica, el estilo de apego inseguro es una variable que se debe considerar en los pacientes psicóticos. La hipótesis de estudios como los de Mónica Kimelman, de la Universidad de Chile, consiste en que el apego patológico puede hacer a las personas más vulnerables al desarrollo de trastornos psicóticos.

Entendemos por apego aquel vínculo afectivo primario y específico entre una cría y un adulto de su misma especie, que cubre sus necesidades físicas y emocionales y guía la autorregulación de sentimientos y conductas. En otros artículos hemos definido los cuatro estilos de apego descritos por John Bowlby, que necesitamos entender para adentrarnos en la relación entre los estilos de apego inseguro y la psicosis. Estos son los modelos mentales que establece cada uno de ellos:

  • Apego seguro: modelo mental de confianza
  • Apego ansioso ambivalente: modelo mental de incertidumbre
  • Apego evitativo: modelo de autosuficiencia
  • Apego desorganizado: modelo mental escindido, desorganizado

Se entiende por sexismo aquella actitud discriminatoria que hace distinción de las personas en función de su sexo o que considera inferior a las personas del sexo opuesto. Aunque no hay demasiados, existen estudios que han relacionado la construcción del vínculo afectivo del apego con este tipo de actitud discriminatoria. Es el caso del estudio elaborado en 2013 por Maite Garaigordobil, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco.       

La hipótesis de la investigación propuso que el sexismo y los estilos de apego inseguros correlacionan de forma alta.

 

Existen diferentes investigaciones que vinculan el apego con el desarrollo emocional de la persona. La inmensa mayoría revelan que existe una relación entre cada estilo de apego y el establecimiento de emociones específicas, que se dan con mayor o menor intensidad.

Asimismo, los distintos tipos de apego también se relacionan con la expresión de las emociones y su regulación. Puesto que las emociones influyen en la salud física de las personas, también se puede establecer un vínculo entre esta y los estilos de apego, aunque no existe demasiada literatura al respecto.

Profundizamos un poco en este tema basándonos en el trabajo de Garrido-Rojas para la Universidad Católica del Maule, Talca, Chile.

Diferentes investigaciones han abordado la relación entre el apego y la sexualidad, tanto en lo referente al nivel de satisfacción como al grado de conflicto personal con el que se vive el deseo sexual. Y concluyen que el tipo de apego contribuye de forma importante a la calidad de la experiencia afectivo-sexual como hecho relacional en la persona.

En términos generales, puede afirmarse que en las personas con estilos de apego seguros, con buena autoestima y regulación de las emociones, la conducta sexual es más cómoda y manejable, tienen menor conflicto con el deseo erótico y una mayor capacidad para el cuidado sensible; mientras que para los estilos de apego inseguros son más frecuentes la confusión, la angustia y el dolor en el planteamiento de su vida sexual.

Así lo evidencian las distintas investigaciones en torno al tema, de las cuales la realizada por Ortiz, Gómez Zapiain y Gómez Lope en la Universidad del País Vasco es uno de los mejores ejemplos. A continuación, vamos a ofrecer unas cuantas pinceladas sobre este tema apoyándonos en su estudio.

En la infancia se consolidan los estilos de apego que van a influir en nuestras relaciones amorosas posteriores. En función del tipo de apego que hayamos vivido, del vínculo emocional establecido entre el adulto y el niño/a, tendremos más posibilidades de construir relaciones de pareja sanas o tóxicas.

 

La conducta de apego es un vínculo fundamental para cualquier ser humano. El estilo de apego que la persona desarrolle desde su infancia va a condicionar su personalidad y las relaciones sociales y afectivas que establezca a lo largo de su vida.

En este artículo proponemos una mirada hacia la construcción del apego en contextos de adopción, donde este vínculo emocional adquiere unas connotaciones muy singulares. El fomento del estilo de apego seguro en su época infantil es fundamental para que estas personas puedan conseguir una buena adaptación.

En otros artículos hemos hablado del concepto del apego y de los cuatro estilos descritos por el psiquiatra y psicoanalista infantil John Bowlby: apego seguro, apego ansioso ambivalente, apego evitativo y apego desorganizado

En este artículo vamos a detenernos en el último de ellos, el apego desorganizado y sus consecuencias en la etapa adulta. Este es el estilo de apego en el que el vínculo entre la persona cuidadora y el niño resulta más amenazante y desestabilizador, por lo tanto el que ofrece un peor pronóstico.

 

Existen diferentes tipos de apego que las personas desarrollamos durante la infancia. Estos pilares afectivos influyen de manera determinante sobre nuestra conducta, personalidad y conducta relacional a lo largo de toda nuestra vida. En otro artículo describimos el concepto de apego y repasamos los cuatro tipos de apego descritos por John Bowlby.

En esta nueva entrega vamos a encargarnos específicamente del llamado apego evitativo. Definiremos sus principales características en la infancia y los efectos que puede tener en la vida posterior de la persona, así como el camino para solucionarlo en terapia.  

 

El apego es la vinculación afectiva íntima, profunda y duradera entre los seres humanos, destinada a garantizar su supervivencia. Se establece en la infancia con los padres o cuidadores y va a condicionar nuestra personalidad, nuestro comportamiento y nuestra forma de relacionarnos en el futuro.

Después de ver los cuatro tipos de apego que establece John Bowlby, llega el momento de detenernos con un poco de detalle en cada uno de ellos. En este artículo analizamos las características y las emociones más habituales en el tipo de apego ansioso ambivalente.

 

El vínculo emocional duradero que un niño establece con la persona o personas que le cuidan es determinante para su desarrollo personal. Hemos visto en otros artículos los diferentes tipos de apego, de acuerdo con la teoría de John Bowlby. Este  psicólogo del desarrollo inglés explica el origen de las relaciones interpersonales y de la conducta a partir de esa relación afectiva.

Los modelos de apego seguro ofrecen un mayor pronóstico de equilibrio emocional, mientras que los inseguros (ansioso ambivalente, evitativo y desorganizado) tienen el efecto contrario. A continuación, profundizaremos un poco en el concepto de apego seguro.

 

La relación terapéutica tiene una gran importancia en psicoterapia. Puede constituir, en sí misma, un elemento curativo del tratamiento al establecer un vínculo sólido entre las dos partes que intervienen.

Según la corriente psicológica de que se trate, encontraremos diferentes definiciones del vínculo terapéutico. En cualquier caso, este concepto se refiere a la relación entre el terapeuta y el paciente en el contexto de relación terapéutica. Se trata de una construcción, creada al alimón entre ambos, que permite la intervención psicológica.  

 

El cuerpo y la mente se encuentran en perfecta interrelación. Las emociones influyen de manera decisiva en nuestros procesos fisiológicos. Prueba de ello son las lágrimas que derramamos cuando estamos tristes, las mejillas coloradas consecuencia de la vergüenza, el aumento de la frecuencia de latido cardiaco cuando tenemos miedo, etc.

 

 

Somos seres sociales que vivimos en comunidad. Necesitamos de otras personas para alcanzar unos niveles aceptables de seguridad y bienestar, fundamentales para mantener la buena salud psicológica.

Sin embargo, el sentimiento de soledad no va necesariamente ligado a la falta de contacto humano. Podemos tener compañía, pareja, familia y amigos, y sentirnos solos.

Al mismo tiempo, la soledad física, de alguien que ha elegido estar solo y reducir sus contactos sociales al mínimo, no tiene por qué comportar soledad emocional.

El concepto de aceptación se utiliza en Psicología para definir la capacidad para aceptar la realidad por parte de una persona. Es un proceso de adaptación, que conlleva asumir que hay aspectos o situaciones que no podemos modificar y que hay asumirlos como son.

La aceptación es un proceso que puede ayudarnos a fortalecer nuestra tolerancia ante las pérdidas o los fracasos. De esta forma podemos mejorar nuestro bienestar emocional y convertirnos en personas con mayor resiliencia y capacidad de autorregulación emocional. En definitiva, nos ayudará a crecer como personas.

 

Las emociones básicas del ser humano son aquellas que están presentes desde su nacimiento y tienen una función adaptativa al entorno en términos de supervivencia de la especie. Tienen un carácter universal, las encontramos en todas las culturas.

En artículos anteriores hemos revisado emociones básicas como el miedo, la tristeza y la rabia. Vamos ahora con la alegría y después con algunas emociones sociales complejas, como la culpa y la vergüenza. 

 

Las emociones nos ayudan a entender el mundo, a tomar decisiones y a relacionarnos con nuestros semejantes y todo lo que nos rodea. Se definen como reacciones fisiológicas que se producen en nuestro cuerpo como respuesta a estímulos propios o procedentes de nuestro entorno.

 

 

Se denomina coherencia cardiaca a la frecuencia regular y armónica del latido del corazón. Puesto que corazón y cerebro están conectados en lo que se conoce como coherencia cruzada (que afecta también a otros órganos de nuestro cuerpo), se considera que las emociones positivas autoinducidas pueden aumentar la coherencia de los procesos de nuestro organismo, que se reflejan en el patrón de latido del ritmo cardiaco.

La estabilidad del ritmo cardiaco desempeña un papel importante para aliviar el estrés, un tipo de respuesta en la que se mezclan factores psicológicos y fisiológicos.

La autocompasión, self compassion en inglés, implica tratarse a uno mismo con respeto y amabilidad, sin mortificarse, sin autoexigencias excesivas ni autocastigarse por los errores.

Se trata de un concepto relacionado con la inteligencia emocional que pasa por la consciencia de que, como seres humanos, tenemos defectos, déficits o características negativas. Todo el mundo se equivoca algunas veces.

La autocompasión busca la felicidad y el bienestar de la persona, previa aceptación de las propias limitaciones. No obstante, no hay que confundir la autocompasión con la autoindulgencia, que implicaría una victimización por parte de la persona que no se considera capaz de afrontar una situación adversa.

Cuidar a un enfermo es duro y requiere de una buena condición física y mental. Supone un esfuerzo continuado en ambos sentidos que puede llegar a afectar de forma notable la salud de la persona encargada de los cuidados. Muchas de ellas no lo reconocen. Sin embargo, se sienten desbordadas.

No obstante, esta es una figura que resulta fundamental en una sociedad envejecida como la nuestra. Según datos del INE, el porcentaje de personas mayores de 65 años está rozando el 20% y subirá hasta el 25% en poco más de diez años.  

La depresión es un trastorno emocional común, que afecta a millones de personas en todo el mundo. Puede representar un problema de salud importante si se presenta de forma recurrente y reviste una intensidad entre moderada y grave.  

Cuando un amigo o un familiar sufre depresión, siempre nos preguntamos cómo podemos ayudarle y, a menudo, no sabemos exactamente cómo hacerlo. A continuación, exponemos alguna información y consejos que pueden ayudar en dichas circunstancias. 

Nuestra sociedad ha cambiado mucho en las últimas décadas. La familia clásica sobrevive, pero ha dejado sitio a otros modelos distintos. Las separaciones y los divorcios son algo ya asumido en nuestros días. Las personas rehacen sus vidas sentimentales y vuelven a entablar otras relaciones de pareja que comportan diferentes planteamientos, cambios de mentalidad y la adaptación a nuevas situaciones.

Un escenario habitual es el de un hombre o una mujer sin hijos que entra en la vida de otra persona que sí los tiene y pasa a convivir con ella y formar parte de su marco familiar. Esto implica cambios a nivel emocional para adultos y niños, así como una nueva organización y la aceptación de una realidad distinta.

La infidelidad es una de las causas más comunes de las crisis de pareja. Se calcula que, aproximadamente, la mitad de las terapias de pareja vienen originadas por la infidelidad de uno de sus miembros.

Como sabemos, existen diferentes planteamientos: para algunas personas perdonar una infidelidad y recobrar la confianza en la pareja es misión imposible, mientras que otras lo verán más factible. Sin duda, es una situación muy dolorosa.  

El Dr. Stephen W. Porges, de la Universidad de Illinois, presentó en 1995 una teoría neurofisiológica, psicofisiológica y filogenética a la que bautizó como teoría polivagal. De acuerdo con ella, nuestra conducta social, nuestras emociones y vivencias se encuentran altamente condicionadas por la forma en que los mamíferos han regulado su sistema nervioso autónomo por medio del nervio vago.

Según esta teoría, diferentes enfermedades y trastornos psiquiátricos se producirían como consecuencia de fallos en la regulación del sistema polivagal. Entre ellas, el asma o el Trastorno Límite de la Personalidad.

A menudo, cuando las personas atraviesan una crisis de pareja solo ven los aspectos negativos. Sin embargo, una crisis de este tipo abre diferentes posibilidades en uno u otro sentido. Aunque la situación implique mucha confusión, incertidumbre y produzca altas dosis de ansiedad, también puede representar una excelente oportunidad para fortalecer la relación.

 

¿Has percibido alguna vez que estás comiendo de forma compulsiva, sin tener hambre realmente? ¿O qué te has refugiado en la comida ante determinados estados anímicos como la tristeza, la ira o el aburrimiento? En estos casos hablamos de alimentación emocional o hambre emocional. Este comportamiento no satisface una necesidad fisiológica real, sino que utiliza la comida para manejar el estrés u otras emociones como las anteriormente citadas.

¿Sabías que el ejercicio puede reportarte múltiples beneficios psicológicos? La actividad física regular y moderada forma parte de un estilo de vida saludable y tiene un impacto muy positivo sobre nuestro estado mental y emocional.

 

 

El cerebro es un órgano vital, el motor de nuestro cuerpo, indispensable para las funciones básicas de nuestro organismo, como la conciencia, el pensamiento, el lenguaje, la respiración, el movimiento y la coordinación, etc. Por ello, necesitamos proporcionarle los mejores cuidados para mantener una buena salud mental y emocional.

 

 

La adolescencia es una etapa vital de muchos cambios físicos y personales, que suele conllevar cierto desequilibrio emocional. Es una época de transición entre la infancia y la vida adulta, que a su vez está lleva de descubrimientos, supone el desarrollo completo del pensamiento abstracto y una nueva forma de sentir y de pensar.

 

Mantener un estilo de vida saludable no solo sirve para cuidarnos en el plano físico, sino también en el mental. Tu cerebro necesita estar en perfecta forma, para lo cual debes mantenerlo activo y dedicarle la atención que merece, como órgano fundamental de tu organismo que es, responsable de tantas funciones esenciales. De esta forma, conseguirás evitar o retrasar el deterioro cognitivo y reducir el riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer.

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