Decir “no” no significa cerrarse a los demás. Es, en realidad, una forma profunda de decir “sí” a uno mismo.
Introducción: el arte de decir “no” con calma
Vivimos en una cultura que premia la disponibilidad constante: estar siempre accesibles, dispuestos, atentos a lo que los demás necesitan. Desde ese lugar, poner límites puede sentirse como un acto de desamor o deslealtad. Pero en realidad, el “no” consciente no destruye los vínculos: los ordena. Y cuando los límites se vuelven frágiles, lo que se resquebraja no es la relación con los demás, sino la relación con uno mismo.
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