La depresión es un trastorno emocional común, que afecta a millones de personas en todo el mundo. Puede representar un problema de salud importante si se presenta de forma recurrente y reviste una intensidad entre moderada y grave.
Cuando un amigo o un familiar sufre depresión, siempre nos preguntamos cómo podemos ayudarle y, a menudo, no sabemos exactamente cómo hacerlo. A continuación, exponemos alguna información y consejos que pueden ayudar en dichas circunstancias.
¿Cuáles son los síntomas de la depresión?
Todas las personas no desarrollan los mismos síntomas cuando sufren depresión, pero estos pueden ser algunos signos de alerta:
- Tristeza, ganas de llorar, sentimiento de vacío…
- Irritabilidad, frustración, a veces injustificada.
- Pérdida de motivación e interés ante cosas que antes estimulaban a la persona (desde deportes hasta relaciones sexuales).
- Pérdida de apetito.
- Insomnio o dormir en exceso.
- Cansancio y escasa energía.
- Ansiedad, inquietud.
- Sentimientos de culpa.
Estos problemas, mezclados con otros que pueden aparecer afectan, a veces de forma muy acusada, a las actividades cotidianas relacionadas con el trabajo, la escuela, relaciones sociales, etc.
¿Qué puedo hacer para ayudar a ese familiar o amigo con depresión?
- Sugiérele que busque ayuda profesional, un psicólogo o un profesional de la salud mental. Debe entender que su problema puede superarse mediante ayuda especializada. Infórmate sobre este trastorno y cuáles son las posibilidades de tratamiento.
- Ofrécele tu ayuda para preparar la primera consulta o para acompañar a las sesiones de terapia familiar si este es el caso.
- Presta atención a cualquier complicación o síntoma de que el problema empeora.
- Ayúdale a descubrir los problemas concretos que le hacen sentirse mal para encontrar la forma de poder afrontarlos. A veces las personas con depresión no son capaces de identificarlos; en otras ocasiones, sí. Pero puede que al hablarlo sea más sencillo encontrar alivio o una solución.
- Comparte actividades que puedan resultar motivadoras para esa persona. Sin obligar, solo animándola a hacerlas.
- Evita frases como “anímate”, “no aparentas estar triste”, “no tienes motivo para estar así”… Nadie elige estar deprimido, muchas personas intentan poner buena cara mientras “la procesión va por dentro” y nadie es capaz de animarse en ese estado, no puede cambiar el chip sin más. Es más importante motivar y ofrecer apoyo para que pueda superar el problema, que entienda que cuenta contigo y que estás dispuesto a hablar y a echar una mano.
- No la critiques ni juzgues. Al contrario, procura reforzar su autoestima. Reconoce cada intento y cada paso que dé por salir adelante. Recuérdale cuáles son sus cualidades y el mucho potencial que tiene.
- Ayúdale a reducir el estrés en su ambiente cotidiano. Las rutinas, un mínimo de organización y los horarios (comidas, sueño, actividad física…) pueden ayudarle a tener una mayor sensación de seguridad y control.
- Habla con ella sobre los beneficios y los inconvenientes de cambiar su situación. Y si existe motivación para ello y disposición para hacer el esfuerzo, podéis establecer unas metas que sean alcanzables, cambiar ciertos hábitos que le puedan llevar a sentirse mejor.
- Debes estar muy alerta ante cualquier idea de suicidio o signo de alarma en este sentido y poder llegar a tratar el tema para que entienda lo importante que es como persona para ti y para la gente de su círculo.
- Estar al cuidado de una persona con depresión es duro. Debes buscar ayuda en tu entorno y tomar medidas para combatir tu agotamiento y frustración. Es importante que la persona cuidadora se cuide, que pueda desconectar con cierta frecuencia.
- Debes tener mucha paciencia y mantener un espíritu positivo, ya que los síntomas de la depresión mejoran con el tratamiento, pero puede hacerse muy largo. Todo depende del caso y de cómo responda a la terapia.
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