El sesgo de correspondencia es un fenómeno cognitivo que se refiere a la tendencia de las personas a atribuir de manera excesiva los comportamientos de otros a características internas y estables de su personalidad, mientras que se ignoran los factores situacionales o contextuales que pueden haber influido en dichos comportamientos. Este sesgo puede llevar a errores de atribución, donde las personas interpretan de forma incorrecta las acciones de los demás, lo que puede tener implicaciones significativas en la percepción y el comportamiento interpersonal.

Investigaciones recientes han arrojado luz sobre la naturaleza del sesgo de correspondencia y cómo puede influir en la forma en que interpretamos el comportamiento de los demás. En un estudio clásico, Jones y Harris (1967) mostraron cómo las personas tienden a atribuir creencias políticas a individuos basándose en ensayos que escribieron, incluso cuando se les indicó que los ensayos fueron asignados al azar. Esto sugiere que las personas tienden a asumir que las creencias políticas son un reflejo preciso de la personalidad de un individuo, en lugar de considerar los factores situacionales que pueden haber influido en la tarea asignada.

Además, la investigación ha demostrado que el sesgo de correspondencia puede ocurrir incluso cuando la situación es claramente un factor influyente en el comportamiento. En un estudio clásico realizado por Ross (1977), los participantes observaron un juego de trivia en el que un participante respondía preguntas y otro evaluaba las respuestas. A pesar de que se sabía que el evaluador tenía información privilegiada y que la situación dictaba las respuestas, los observadores tendieron a atribuir la inteligencia al participante que respondía las preguntas correctas, ignorando el papel de la situación en su desempeño.

Varios estudios también han demostrado cómo el sesgo de correspondencia puede influir en la interpretación de eventos sociales cotidianos. Por ejemplo, en un estudio realizado por Gilbert y Malone (1995), se les pidió a los participantes que evaluaran la capacidad atlética de los jugadores de baloncesto universitario. A pesar de que se les proporcionó información sobre la habilidad promedio del equipo y se les informó que algunos jugadores tenían una ventaja debido a la altura, los participantes tendieron a atribuir el desempeño de los jugadores a su habilidad innata, ignorando la influencia de la altura en su rendimiento.

El sesgo de correspondencia también puede tener implicaciones significativas en situaciones sociales de la vida real, como la formación de impresiones y estereotipos. Por ejemplo, en un estudio realizado por Hamilton y Gifford (1976), los participantes escucharon descripciones de individuos que realizaban acciones neutrales o positivas, pero luego se les proporcionó información negativa sobre ellos. A pesar de la información negativa, los participantes tendieron a mantener su impresión inicial positiva, mostrando un sesgo de correspondencia al atribuir la información negativa a factores situacionales en lugar de revisar su impresión inicial.

En resumen, el sesgo de correspondencia es un error de atribución en el que las personas tienden a atribuir comportamientos de otros a características internas y estables de su personalidad, ignorando los factores situacionales o contextuales que pueden haber influido en dichos comportamientos. Las investigaciones mencionadas anteriormente ilustran cómo el sesgo de correspondencia puede ocurrir en una amplia gama de situaciones, desde la atribución de creencias políticas hasta la interpretación de eventos sociales cotidianos, y cómo puede tener implicaciones en la formación de impresiones y estereotipos.

Es importante tener en cuenta que el sesgo de correspondencia puede llevar a juicios erróneos y a malentendidos en las interacciones sociales. Atribuir de manera automática el comportamiento de otros a características internas de su personalidad, sin considerar los factores situacionales, puede resultar en una percepción inexacta de la realidad y una interpretación sesgada de las intenciones y motivaciones de los demás.

Para mitigar el sesgo de correspondencia, es fundamental ser conscientes de su existencia y considerar cuidadosamente los factores situacionales que podrían estar influyendo en el comportamiento de los demás. Tomarse el tiempo para reflexionar y buscar información adicional antes de sacar conclusiones precipitadas puede ayudar a evitar caer en este sesgo cognitivo.

En conclusión, el sesgo de correspondencia es un error de atribución que implica la tendencia a atribuir comportamientos de otros a características internas y estables de su personalidad, ignorando los factores situacionales. Las investigaciones en este tema han demostrado cómo el sesgo de correspondencia puede influir en la forma en que interpretamos el comportamiento de los demás, desde la formación de impresiones y estereotipos hasta la atribución de creencias políticas. Es importante ser conscientes de la existencia de este sesgo y ser cautelosos al hacer atribuciones, teniendo en cuenta los factores situacionales que pueden estar influyendo en el comportamiento de los demás.

Referencias bibliográficas:

  • Gilbert, D. T., & Malone, P. S. (1995). The correspondence bias. Psychological Bulletin, 117(1), 21-38.

  • Hamilton, D. L., & Gifford, R. K. (1976). Illusory correlation in interpersonal perception: A cognitive basis of stereotypic judgments. Journal of Experimental Social Psychology, 12(4), 392-407.

  • Jones, E. E., & Harris, V. A. (1967). The attribution of attitudes. Journal of Experimental Social Psychology, 3(1), 1-24.

  • Ross, L. (1977). The intuitive psychologist and his shortcomings: Distortions in the attribution process. Advances in Experimental Social Psychology, 10, 173-220.

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