La autocompasión, self compassion en inglés, implica tratarse a uno mismo con respeto y amabilidad, sin mortificarse, sin autoexigencias excesivas ni autocastigarse por los errores.

Se trata de un concepto relacionado con la inteligencia emocional que pasa por la consciencia de que, como seres humanos, tenemos defectos, déficits o características negativas. Todo el mundo se equivoca algunas veces.

La autocompasión busca la felicidad y el bienestar de la persona, previa aceptación de las propias limitaciones. No obstante, no hay que confundir la autocompasión con la autoindulgencia, que implicaría una victimización por parte de la persona que no se considera capaz de afrontar una situación adversa.

La autocompasión no implica sentimiento de debilidad, pena o lástima hacia uno mismo. El victimismo supone quedar atrapado por el problema emocional, exagerar el problema y sentirse como la única persona que sufre. La autocompasión, sin embargo, representa todo lo contrario.

La investigadora Kristin Neff es la figura que más ha profundizado en el estudio de la autocompasión, a la que define como un concepto que tiene su raíz en la psicología budista. También entronca con la noción de “consideración positiva incondicional” del Carl Rogers, impulsor del enfoque humanista en Psicología a mediados del siglo pasado, y con la “autoaceptación incondicional” de Albert Ellis, creador de la terapia racional emotiva.   

Los tres componentes de la autocompasión

Neff considera que la autocompasión se compone de tres componentes principales que se relacionan entre sí:

  • Autoamabilidad (en lugar de autocrítica): definida como una tendencia a considerarse a uno mismo de una manera más comprensiva y amable, frente a la autocrítica feroz y destructiva que nos lastima. Supone la aceptación de que uno no siempre puede conseguir lo que quiere, y que no aceptarlo puede llevarnos a aumentar el estrés los sentimientos de frustración. Frente a la desaprobación y autocrítica por las limitaciones propias, tratar de ser comprensivo con los rasgos personales que no nos gustan.
  • Humanidad compartida (frente al aislamiento): un sentido de humanidad común que asume que la imperfección, el fallo y el fracaso son parte de la experiencia humana. Todos los tenemos y sufrimos de alguna manera, ya que somos vulnerables e imperfectos por naturaleza. Así que debemos ser comprensivos con nuestros errores. Frente al sentimiento de aislamiento por haber fallado, ver nuestros fallos como parte de la condición humana.
  • Atención plena (en vez de identificarse con pensamientos o emociones): también denominada Mindfulness. Un estado mental receptivo que intenta abandonar los prejuicios e implica la experiencia del momento presente sin reprimir los propios sentimientos y pensamientos, pero sin magnificarlos ni sobreidentificarse con ellos. En lugar obsesionarnos y fijarnos en lo negativo cuando nos sentimos mal o existe dolor, intentar tener una visión equilibrada del problema.

Beneficios de la autocompasión

De acuerdo con las investigaciones de Neff y otros estudios, la autocompasión puede aportar a la persona los siguientes beneficios, entre otros:

  • Ayuda a combatir la depresión y rebajar los niveles de ansiedad y estrés.
  • Permite enfrentarse a los problemas con menor preocupación, perfeccionismo y miedo al fallo.
  • Mejora las relaciones personales
  • Ayuda a la mejor gestión de factores estresantes
  • Aumenta la empatía, el altruismo y el perdón
  • Cultiva la alegría interior, de manera que las personas pueden cambiar el modo de afrontar una realidad a través de su actitud.
  • Cultiva la paciencia y la calma.
  • Permite la introspección y afianzar el nivel de autoconocimiento.
  • Aumenta la variabilidad del ritmo cardiaco, que resulta útil para calmarse uno mismo.
  • Crecimiento interior personal que ayuda a transformar la realidad difícil gracias a la interpretación autocomprensiva.

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