Cuidar a un enfermo es duro y requiere de una buena condición física y mental. Supone un esfuerzo continuado en ambos sentidos que puede llegar a afectar de forma notable la salud de la persona encargada de los cuidados. Muchas de ellas no lo reconocen. Sin embargo, se sienten desbordadas.

No obstante, esta es una figura que resulta fundamental en una sociedad envejecida como la nuestra. Según datos del INE, el porcentaje de personas mayores de 65 años está rozando el 20% y subirá hasta el 25% en poco más de diez años.  

¿En qué consiste el síndrome del cuidador o de Burnout?

Este concepto de Burnout hace referencia al desgaste físico y psicológico que experimenta la persona que se encarga del cuidado principal o constante de un enfermo o una persona dependiente (ya se trate de trastornos como el alzhéimer u otras enfermedades físicas o mentales, o del cuidado de ancianos).

El cuidador o cuidadora, sobre todo si no se dedica profesionalmente a ello, tiene que compaginar el estrés cotidiano y su propia vida con las tareas de cuidados y acaba por desatenderse a sí mismo. Con frecuencia, aparecen alteraciones del estado de ánimo, sentimientos de culpa, cambios en las relaciones familiares y sociales, problemas laborales…

Así que la enfermedad no solo afecta a la persona que la padece, sino también a la encargada de los cuidados. Así, puede acentuar su malestar psicológico hasta el punto de caer en una depresión, desarrollar estrés crónico u otros trastornos y enfermedades de lo más variado.

Por lo tanto, el cuidador o cuidadora, si quiere desempeñar bien su tarea, debe cuidarse también a sí mismo.

Asimismo, debería recibir apoyo psicológico si lo necesita, además del de su entorno familiar, y del técnico, social e institucional. Solo así podrá soportar esta gran carga emocional sin tirar la toalla.

Consejos para no caer en el síndrome del cuidador

  • Infórmate sobre la enfermedad de la persona que estás cuidando y su evolución, para conocer de antemano los síntomas, cambios de estado físico y conducta que se puedan producir y los cuidados necesarios.
  • Infórmate bien sobre los recursos sociosanitarios de los que dispones en tu zona.
  • Descansa, es recomendable tener el apoyo del entorno familiar y/o utilizar los centros de día o las estancias temporales de respiro familiar en residencias para personas dependientes. Necesitas tener unos días de vacaciones de cuando en cuando.
  • Es necesario que tengas y encuentres tiempo para ti. Es imprescindible que no pierdas a tus amistades y mantengas la vida social y tus aficiones.
  • Es preciso que sepas gestionar tus emociones y sentimientos, que los reconozcas y expreses.
  • Es importante el entrenamiento en habilidades sociales y la resolución de problemas internos (por ejemplo, empezar a dedicar más tiempo al autocuidado) o externos (solicitar ayuda al entorno familiar, etc.).
  • Es útil conocer a personas en el mismo caso o en situaciones similares e incluso participar en terapia de grupo.
  • Practica ejercicio físico, duerme las horas necesarias y lleva una alimentación sana.
  • Practica técnicas de relajación.
  • La técnica de Mindfulness o conciencia plena puede reducir tu malestar psicológico.
  • Debes saber pedir ayuda cuando la necesites. Recuerda que nadie puede hacerlo todo. Sé consciente de tus propios límites.
  • Necesitas prepararte para la situación de duelo que vendrá en un futuro.

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