El miedo es una emoción que nos permite adaptarnos y orientar nuestra conducta para conseguir la supervivencia como especie. Sin embargo, existen también muchos miedos que carecen de base racional, nos causan ansiedad y limitan nuestras vidas.

Basándose en las teorías del aprendizaje, la teoría bifactorial de Mowrer nos explica que, en realidad, esta ansiedad puede ser una respuesta aprendida, que tiende a mantenerse e incluso a incrementarse con el tiempo.

¿En qué consiste esta teoría?

Orval Hobart Mowrer fue un eminente psicólogo e investigador estadounidense de orientación conductista. En 1939 formuló su modelo explicativo de la ansiedad y las fobias. A través de este, trata de aclarar por qué el sentimiento de ansiedad que nos provoca un estímulo fóbico permanece con el tiempo, aun cuando el vínculo entre este y el estímulo incondicionado que lo generó ya haya desaparecido.

De acuerdo con su teoría, las fobias y los miedos aparecen y se mantienen por medio de un proceso de condicionamiento que consta de dos fases:

  • En la primera de ellas aparece el miedo inicial.
  • En la segunda se produce una respuesta conductual en forma de evitación que provoca que dicho miedo se vea reforzado, ya que no se evita la circunstancia u objeto aversivo sino aquello con lo que fue asociado.

Los dos factores o fases de la teoría de Mowrer

Esta teoría bifactorial sostiene que las fobias y su persistencia en el tiempo se deben a dos tipos de condicionamiento que suceden de forma secuencial:

  1. Condicionamiento clásico: un estímulo neutro (por ejemplo, ir al trabajo) se asocia con otro que genera por sí mismo sensaciones negativas de ansiedad y malestar (el hecho de sufrir bullying laboral por parte de sus compañeros). De tal forma que el estímulo neutro acaba generando la misma respuesta que el estímulo aversivo. Se produce una respuesta condicionada.

    En consecuencia, por este proceso, la persona, que en principio huiría solo de la situación aversiva del bullying, acabará evitando el lugar donde este se produce (el centro de trabajo).
  2. Condicionamiento instrumental: esta segunda fase explica que la ansiedad permanezca con el tiempo, a través de una conducta de evitación. Si la persona cambiara de trabajo, podría remitir el sentimiento de ansiedad. Sin embargo, se produce un fenómeno de no extinción de la respuesta condicionada. Así, la persona aprende a evitar la exposición al estímulo condicionado, de tal forma que, en el ejemplo que nos ocupa, cualquier lugar de trabajo le hace revivir la situación de ansiedad y la persona puede llegar a evitar o rechazar un empleo tras otro.

    Con esta conducta se refuerza el miedo. En realidad, lo que se evita es lo que se ha relacionado con el malestar, lo que avisa de que el estímulo aversivo puede estar próximo, y no el propio malestar.

    Y el hecho es que, si la persona no se expone a estar en el lugar de trabajo, no puede comprobar si el bullying se produce o no.

Así pues, la adquisición del miedo se produce en la fase de condicionamiento clásico y se mantiene debido al condicionamiento instrumental u operante.

Aplicaciones de la teoría bifactorial de Mowrer

Volviendo a lo que decíamos al principio, este modelo pone de relieve el fundamento irracional de muchos de nuestros miedos y cómo pueden llegar a afectarnos en nuestra vida diaria.

La teoría de Mowrer ofrece una explicación al desarrollo de determinados trastornos de ansiedad, como trastornos de pánico, trastornos fóbicos y obsesivo-compulsivos.

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