El yo ideal y el yo real son los dos conceptos estructurales más importantes de lo que Carl Rogers denominó el “self” (el autoconcepto o el concepto de uno mismo). Este es uno de los puntos centrales de su teoría de la personalidad y, por extensión, de su modelo psicoterapéutico.

Rogers fue uno de los máximos exponentes de la psicología humanista y del enfoque fenomenológico, una de las grandes figuras de la Psicología en el siglo XX. 

¿Qué es el “self” para Rogers?

El “self”, el autoconcepto o el concepto de sí mismo es el concepto clave de la teoría de la personalidad de Rogers. Crece conforme la persona tiene experiencias con su entorno y les va otorgando un significado. Así, va incorporando valores, ideales y percepciones en función de dicha experiencia, de una forma organizada.

El concepto de sí mismo es una porción del campo perceptual del individuo que radica en la manera cómo una persona se considera a sí misma. Es un cuerpo de experiencias que se expresan simbólicamente por el concepto de “self” y que es accesible a la conciencia. Es una estructura psicológica que sirve a las personas para interpretar su propio mundo.

Rogers entiende el “self” como un proceso, con unas características fluidas y flexibles, que pueden ir cambiando. No obstante, el “self” conserva siempre unos rasgos de configuración, de coherencia e integración.

El yo ideal y el yo real para Carl Rogers

Rogers define el “self” ideal como “el concepto de sí mismo que la persona anhela y al cual le asigna un valor superior”. Es el modelo hacia el que se dirigen todos los esfuerzos. Es también cambiante, como el propio “self”, y se redefine constantemente.

El yo ideal es una aspiración de lo que nos gustaría llegar a ser, una imagen idealizada de nosotros mismos. Puede incorporar elementos de lo que nos han inculcado de pequeños, lo que admiramos en los demás, los valores socialmente más aceptados, etc.

Por su parte, el “yo real” es el autoconcepto basado en la experiencia y la relación de la persona con su ambiente. Es la percepción de lo que somos, la imagen que tenemos de nosotros mismos, con nuestras cualidades, limitaciones, defectos, etc.

Si existe congruencia entre el autoconcepto de la persona y aquello a lo que aspira, habrá más posibilidades de alcanzar un bienestar y estabilidad psicológicos. Una elevada congruencia produce mayor autoestima y una vida emocional más saludable.

Solo con ella se puede alcanzar lo que Rogers denominaba autorrealización, es decir, la culminación de una tendencia innata del ser humano, un proceso orientado al crecimiento y al desarrollo personal.

Qué es la incongruencia para Rogers

Sin embargo, el individuo se encuentra en un estado de incongruencia cuando vive una fuerte discrepancia entre su “self” ideal y su experiencia real.

Cuanta más divergencia haya entre el “yo soy” y el “yo debería ser” más alta será la tendencia de la persona hacia la angustia, la insatisfacción y la disconformidad. Esta situación origina el malestar psicológico y diferentes formas de psicopatología. Para Rogers la neurosis tendría su base en esa desincronización.

Así pues, el yo ideal (o el “self” ideal) puede representar un serio obstáculo para la salud mental de la persona si no existe una capacidad de percibir el yo con claridad y de aceptarse por parte del individuo.  

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